martes, 6 de marzo de 2012

Otra mirada

Periodismo

Social-Ciudadano


¿Cuándo y por qué dejó de ser “social o humanitario” el hacer periodístico, para irrumpir -en la actualidad- como una modalidad que piensa en el hombre y la gente, buscando privilegiar sus necesidades y reclamos, transformándose en expresión de la sociedad civil?
A este interrogante intentamos responder.
Hacer periodismo puro jamás debió implicar “subestimar al sujeto humano y desentenderse -para ser moderno y reformularse- de su fundamental rol social e impacto público”.
En consecuencia, y no solo en la Argentina, el periodismo siguió caminos poco identificados con lo sensible o solidario. Se veía mal la aparición de alguna pincelada emotiva, o una contextualización socio-política que explicara el suceso (es decir la noticia) porque así se alejaba del núcleo de la información. Todo lo contrario a lo que, como género literario y actitud profesional, busca el periodismo y el periodista social, que hacen eje en las causas u origen del acontecimiento, analizando las derivaciones certeras o posibles.
En paralelo, el uso de un lenguaje menos cargado de significantes discriminatorios, más cuidadoso de los derechos humanos y ciudadanos (y de la sensibilidad ajena), fue ganando terreno a partir de una consideración igualitaria entre hombres y mujeres; la ubicación del relato en un espacio y tiempo que evalúa el entorno y no omite efectos -implicancias- en el deterioro de la convivencia, la promoción de los derechos básicos de las personas como de temas nuevos: medio ambiente, patrimonio cultural, armonía interior y común o las apuestas a una existencia más lenta, serena.
El prójimo ya no es un ser desconocido. Las crisis reiteradas y el surgimiento de cientos de organizaciones civiles u organismos no gubernamentales, hicieron que el periodismo social se debiera practicar y enseñar.
Practicar: en los medios que otorgan espacio a quienes se dedican a brindar servicios desde el tercer sector (el asociativo, cooperativo y solidario; lejos del Estado y la esfera privada, aunque igualmente necesite de ellos); a personalidades que son ejemplo por sus obras y a un sinnúmero de reclamos y urgencias vitales, esenciales, de la gente con menos recursos y posibilidades de enfrentar un problema.
Enseñar: porque de la mayor objetividad y la aceptación de cierto subjetivismo, se pasó al periodista sensible, que comunica sobre ONGs., habla de las carencias, busca resultados, se empapa del acontecimiento, se involucra y no se distancia tanto, como era exigido en otras épocas.
Diarios, revistas, canales de TV, la radio y, principalmente, la Web están poblados de expresiones de este tipo de información. Una información que elabora su mensaje sin dejar de pensar en el destinatario, pero hace centro en el corazón de los protagonistas; en los que piden porque no poseen; en lo que se convierte en carencia, porque el Estado y los diferentes Gobiernos desdibujaron sus prioridades y responsabilidades históricas.
Es el mismo periodismo que conecta a instituciones intermedias (pensemos en el gran trabajo que despliega -y con resultados positivos- la Red Solidaria) con la prensa, con el público, con otras entidades y los distintos factores de poder, que son quienes pueden financiar proyectos, asesorar, capacitar y solventar agendas de trabajo y programas de variadísimas temáticas.
Ese es el nuevo periodismo. El periodismo que jamás debió dejar de ser; que nunca debió pasteurizarse o editorializar hasta el cansancio, neutralizando su inclusión en un escenario sociocultural complejo, que explicita hechos y comportamientos humanos.
El periodismo social -sensitivo- que piensa, suministra información y devela; investiga en fuentes tradicionales y emergentes -fuera de las clásicas y autorizadas por el “status quo vigente”- y comprueba; siente, comunica y ayuda.
Ayuda a que otros colaboren y amplíen su panorama de noticias, al observar que también se registran actos constructivos y aportes valederos en una sociedad que puede mejorar su calidad de vida si es conocedora de sus derechos y los ejerce, sin olvidar compromisos y obligaciones.

GUSTAVO D´ORAZIO

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